domingo, 17 de enero de 2016

Reseña: Firefight

Firefight.
The Reckoners, libro 2.

Brandon Sanderson.

Reseña de: Santiago Gª Soláns.

Ediciones B. Col. Nova. Barcelona, 2016. Título original: Firefight / Mitosis. Traducción: Pedro Jorge Romero. 435 páginas.

¿Quién no ha fantaseado alguna vez con tener superpoderes? ¿Quién no ha imaginado todo lo que lo que haría si pudiera volar o fuera superfuerte o viese a través de las paredes? Pero, ¿y si esos superpoderes supusiesen convertirse en malvado irremediablemente? No un superhéroe, sino un supervillano de categoría épica. Como se pudo leer en la anterior entrega de la trilogía, Steelheart, hace un tiempo ya que la llegada de Calamity dotó a ciertos individuos de dones especiales al tiempo que los convertía en auténticos psicópatas asesinos, algunos más crueles que otros, algunos más controlados, otros absolutamente desatados, todos definitivamente malos. Cuanto más poderosos más corruptos. Son los llamados Épicos, hombres y mujeres superpoderosos que juegan con las vidas y destinos de los humanos «corrientes». Y frente a ellos tan solo los Reckoners parecen dispuestos a poner coto a sus excesos, tropelías y asesinatos. Pero, aún tras los sucesos de Chicago Nova, queda todavía mucho trabajo por hacer, mucho por comprender y mucho por luchar antes de poder plantearse la erradicación de esta plaga moderna. Firefight es una novela absolutamente adrenalínica, imaginativa y repleta de acción, que no echa el freno ni en los momentos más analíticos o de investigación. Es de advertir que la presente reseña puede destripar algunos detalles importantes de la primera novela de la trilogía.

En una maniobra muy de agradecer, el volumen de la edición española recoge, insertada hacia el final, la novela corta o relato largo Mitosis. Una historia que, a pesar de su ubicación, conviene leer antes de la propia Firefight, pues se trata de una historia «puente» entre esta y la anterior Steelheart, sirviendo de alguna manera de «prólogo» a los eventos que van a narrarse en la segunda entrega. Y es que, tras los sucesos ya conocidos —y si no se ha leído todavía la anterior no sé a qué se está esperando—, el lector va a ir descubriendo las presentes condiciones de vida en la Chicago Nova post Steelheart. Una ciudad libre de la dominación de un gran Épico, pero donde todavía se palpa la desconfianza y el temor; sobre todo porque hay alguien que no para de enviar Épicos como tanteando el terreno. Así comienza un trepidante relato en el que se asistirá al enfrentamiento que David, ahora conocido con el sobrenombre de Steelslayer, y el resto de Reckoners van a tener que librar contra Mitosis, un individuo con la capacidad de dividirse en una multitud de clones y que ha llegado a la ciudad con la manifiesta intención de matar al joven. Se producirá entonces una carrera contrarreloj por encontrar su punto débil y acabar con el que tan sólo parece ser un síntoma de la nueva amenaza que parece planear en el horizonte prometiendo no darles un momento de descanso.

A continuación —si se ha seguido el consejo de leer antes Mitosis— en Firefight propiamente dicha, una parte del equipo de los Reckoners de Chicago Nova, el Profesor, Tia y el propio David, van a desplazarse hasta Babilar, Babilonia Restaurada, la antigua Manhattan, convertida en una suerte de Venecia decadente y tropical, gobernada por una gran Épica conocida como Regalia, para investigar precisamente esa amenaza que se cierne sobre ellos y sobre todo lo que han conseguido en Chicago Nova. Pero David tiene ahora una agenda oculta y se suma a la misión con la secreta intención de encontrar a Megan, su antigua compañera, quien resultase ser la Épica conocida como Firefight.

David es un joven de diecinueve años que busca reconciliarse consigo mismo, con una lucha interna a la que no puede hacer oídos sordos. Antes todo era o blanco o negro, pero ahora se ha dado cuenta que entre medias existe una amplia gama de grises. Se ha cobrado su venganza y eso le lleva a replantearse unas cuantas cosas que hasta el momento daba fanaticamente como ciertas. ¿Pueden los Épicos dominar su naturaleza inclinada hacia el mal y convertirse en auténticos héroes como creía su padre? ¿Puede apartar a Megan de sus impulsos como épica, salvarla, y tener un futuro juntos? Sigue siendo impulsivo y de natural optimista, con un gusto por las metáforas —o símiles, más bien, como alguien le hace notar— realmente terribles. Pero a lo largo de estas páginas va a ir «creciendo» ante los ojos de los lectores, haciéndose algo más reflexivo —un poquito más reflexivo, al menos—, valora sus intereses con mayor amplitud, se cuestiona cosas que antes nunca hubiera pensado y, conforme va conociendo más del pasado de los Épicos con los que se enfrenta, empieza a plantearse la idea de que quizá no haya que acabar con todos ellos de manera implacable, que pudiera ser que alguno no sea tan malvado como para poder redimirse, que tal vez haya una manera en que los Épicos puedan controlar sus tendencias maníacas y utilicen sus habilidades de formas positivas —el Profesor es su mejor ejemplo—. Eso sí, todo ello no impide que siga lanzándose de cabeza al peligro cuando lo considere necesario, algo que sucede bastante a menudo y con lo que no siempre coincide con la opinión del resto del grupo.

Así cabe decir que Firefight no es la clásica novela «central» de una trilogía, sino una misión muy diferente en la que se sigue indagando y profundizando en todos los misterios inherentes a la existencia de los Épicos. Una nueva aventura, libre, eso sí, de la necesidad de presentar el escenario, la ambientación o los personajes —salvo los nuevos, por supuesto, que también hay unos cuantos de estos—. Sanderson tiene el acierto de no repetir el mismo esquema, presentando un «enemigo», Regalia, muy diferente de lo que era Steelheart, tanto en poderes como en motivaciones e intenciones, y con una serie de «secundarios», en un bando y otro, que dan mucho juego. El autor, en vez de seguir el camino fácil, decide presentar a un nuevo equipo de Reckoners haciendo que las dinámicas establecidas cambien y el juego de amistades y lealtades empiece de nuevo. Val, Exel y Mizzy no conocen de inicio a David más que por la fama que arrastra, una fama de la que se hace difícil estar a la altura. Un desconocimiento que puede dar lugar a insalvables equívocos y llegar a cuestionar la confianza, sobre todo porque están convencidos de que Megan ha matado recientemente a uno de sus compañeros, algo que el joven se niega a aceptar. En el bando contrario, personajes tan atractivos como el incendiario Obliteration, la pandillera lugarteniente de Regalia, Newton, o la propia Firefight, son el contrapunto perfecto a la actuación de los «héroes».

A eso le une un radical cambio de escenario, trasladando la acción de la aséptica, metalizada y «futurista» Chicago Nova a la inundada, selvática, caótica y en cierta forma atrasada Babilar —una ambientación que recuerda, para bien, a La ciudad de la aguas turbulentas de las aventuras de Valerian y Laureline—, donde sus avenidas, callejuelas y parques, convertidas en canales o lagos, y sus puentes colgantes entre edificios van a ser testigos de intensas persecuciones, emboscadas y huidas desesperadas. Como siempre, Sanderson destaca en la plasmación de las escenas de acción y en la creación de ambientes, sumergiendo a los lectores en un mundo post apocalíptico descrito con gran realismo y detalle; convirtiéndolo en elemento imprescindible de la trama.

Con sus calles inundadas hasta alturas totalmente contra natura, con los rascacielos y edificios de la antigua Manhattan cubiertos casi por las aguas haciendo habitables tan solo sus últimas plantas y, sobre todo, sus azoteas, donde tiendas y chabolas ocupan buena parte de la superficie de los tejados. Con una pintura omnipresente en las fachadas que resplandece en tonos fluorescente al caer la noche y una exuberante vegetación de aspecto extraño, una selva casi alienígena que crece dentro y entorno a todos los edificios y brilla en colores chillones, venenosos, pero cuyos frutos son totalmente comestibles y nutritivos, y que nadie sabe de dónde ha salido, aunque se suele atribuir a la acción de un Épico que nadie parece haber visto, pero muchos parecen adorar, llamado Dawnslight. Con una población que ha aprendido a aceptar lo innatural de la situación y se ha acomodado a una vida de fatalista desidia hippy, de ociosidad y fiestas, aún con la amenaza de Regalia y sus sicarios pendiendo continuamente sobre ellos… Esta Babilonia Restaurada es un escenario cautivador.

Con todo ello Firefight es una novela a la que se antoja difícil catalogar a la ligera como «sólo» literatura juvenil, por mucho que su protagonista «principal» y narrador en primera persona tenga 19 años, pues su aparente sencillez y linealidad ocultan una historia con mayor profundidad de lo que a priori pudiera sospecharse. Puro espectáculo y entretenimiento desatado, sí, con escenas enormemente visuales y cargadas de emoción, y un ritmo sostenido y rápido, Sanderson va a ir respondiendo también, a través de la acción —muchas veces en medio de ella—, unas cuantas de las cuestiones que se habían ido generando en torno a los Épicos y el mundo al que han dado lugar: de dónde vienen sus poderes, por qué son tan violentos y malvados, cuál es el secreto de sus puntos débiles, qué es Calamity…, dotándola además de un trasfondo que habla sobre la responsabilidad, la confianza, la compasión, el peligro de los secretos y las aristas de la sinceridad, la esperanza, la redención o el perdón. Giros y sorpresas, secretos, intriga, luchas, enfrentamientos y revelaciones en un auténtico juego del gato y el ratón que lleva a un final infartante que deja allanado el camino hacia Calamity, la novela que ha de cerrar la trilogía —y que llegue pronto, por favor—.

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